Hoy compartimos en el blog la vivencia que narran las tres acompañantes de las clases de infantil, Lina, Natalia y Eva, que nos han acompañado durante el curso 2018/2019 y que han sido una pieza fundamental en el día a día de nuestros girasoles. También damos las gracias a las voluntarias internacionales, Melissa y Judith y a las estudiantes en prácticas, Lucía, Mª Jesús y Ana Belén que nos han acompañado durante un trimestre. Especial agradecimiento también a las familias acogedoras de la escuela, Rocío, Juan, Nuria, Luis, Blanca, Carlos y Alba, que junto a otras familias como María, Ángela y Fran, Tuluğ o Thais han apoyado con el transporte y la logística haciendo posible la estancia de las voluntarias. Gracias a nuestras compañeras Diana Miraval, coordinadora de prácticas y voluntariado y Elizabeth García, coordinadora de inglés, que han impulsado, con la colaboración del resto de maestras/os, los acuerdos a nivel local e internacional que tanto valor aportan a nuestra escuela.
Lina Löhr
(Texto original, sin correcciones gramaticales; agradecemos a Lina que haya querido y podido compartir su experiencia en español)
«Había una vez un terreno con una casa y un jardín.
A este lugar fueron algunos enanitos trabajadores. Enanitos que quisieron crear un lugar para los niños para crecer. En el jardín plantaron una semilla especial. Después de unos días la semilla brotó. El brote cresió y cresió y llegaban días con lluvia y chaparrones. También llegaban tormentas pero la pequeña planta especial pudo aguantar todo. Pero esto sólo la daron más fuerzas de modo que el capullo se abrió y un girasol salió y brilló con toda su pompa. Con su luz los enanitos pudieron trabajar todos los días y convertieron con mucho amor la casa en un jardín infantil y una escuela con un jardín precioso. En la luz del Girasol pueden crecer todo los días los niños».
Me llamo Lina, tengo 25 años y soy de Alemania. En Berlín estudié educacion especial. Ahora estoy trabajando en el grupo de infantil «las abejas» como asistente y hace 5 meses apoyo también a la maestra de alemán de primaria, Hannah, en cuanto a planificar la clase juntas y estar con ella haciendo los juegos y las actividades.
Si paso revista a los meses pasados, vienen a la memoria muchos sentimientos distintos. Estoy un poco triste también que el tiempo acabe tan pronto pero me llevaré las experiencias vividas en mi corazón. También veo mi propio desarollo que hize durante todo este tiempo. Una valla al principio era el idioma. Me acuerdo que me sentí extraña en mis primeras semanas por no entender de los niños. Pero los niños me han enseñado su vida y su forma de expresarse con mucha paciencia, eran y son los mejores profesores que tengo :).
El aprendizaje de algo nuevo, de nuevos habilidades causan felizidad, este entusiasmo es nececario para activar los centros emocionales en el cerebro para que se formen conexiones sinápticas. Gerald Hüther, un neurobiólogo alemán y escritor habla en este sentido de la imágen de «la regadera del entusiasmo“, además sobre la necesdiad del despliegue libre y pertenencia que tiene cada niño/ ser humano. Este ambiente lejos de presión, que no frena el desarollo del niño y dónde estas necesidades consideran puedo encontrar en esta escuela.
Con franqueza infantil y curiosidad en los ojos escuchan los niños muy atentos cuando hablo ó canto en alemán.
En el grupo de «las abejas», en que trabajo con una maestra a la que aprecio mucho por su personalidad y comportamiento con los niños, puedo trabajar en un equipo con trato respetuoso dónde aprendimos con y de nosotras. Así implementé algunas canciones y dichos alemanes, que los niños pueden cantarlos solos.
Como por ejemplo el dicho antes del desayuno, el cual conocen en español con los gestos análogos.
Picke picke Küken / pica pica pollito
Picke deine Schale / pica tu cascarón
Geh raus und trinke Wasser / sal a tomar agüita
Geh raus und genieß die Sonne / sal a tomar el sol
Me hace feliz acompañar a estos niños en su camino de aprendizaje y acercar mi cultura alemana a ellos por cuentos alemanes y fiestas estacionales, como el San Nicolás ó hacer el pan de pascua.
Ver sus caras curiosas, con la que se descubren su mundo, la facilidad de aprender idiomas, los niños me dan el ánimo para mi trabajo. Me llena con color cuando vea los niños en el jardín cantando alemán mientras están absortos en su juego.
Trabajar con niños es un trabajo desafiante, sin dudas, cada día me enfrento con mi misma, me reflejo, me analiza; apriendo mucho de mi misma. Estoy agradecida por este aprendizaje que me ofrece la escuela.
Lina.
Eva Campo
Todo empezó en septiembre del año pasado cuando dejaba atrás Salamanca para emprender una nueva experiencia en el sur, concretamente en la Escuela Internacional Waldorf Sevilla Girasol.
El comienzo fue dulce como el recibimiento de los niños y niñas. Las maestras nos facilitaron mucho la adaptación e incluso tuve la gran suerte de que una de ellas me acogiese en su hogar durante más de un mes hasta que me pude independizar en Sevilla.
Han sido meses muy intensos, de mucho trabajo, mucha dedicación y constancia. El aprendizaje personal ha sido durante este tiempo el protagonista; observar lo que te aporta la infancia, las reacciones innatas de los seres humanos y cómo reconducirlas amablemente para poder vivir favorablemente en sociedad, ha sido un descubrimiento maravilloso.
Mi observación en base a la escuela, por parte de los niños y niñas es felicidad, pura alegría desde que llegan, es amistad y cohesión grupal, valores como el respeto, la unión y generosidad se trabajan y observan continuamente.
Es gratificante pararte a observar cómo trabajan su creatividad desde pequeños, desde intentar construir una estructura haciendo equilibrio con distintos troncos de madera irregulares o buscar la forma de trepar por un árbol hasta llegar al punto deseado.
En unas semanas terminará mi periodo de prácticas, echaré menos a las personas con las que he compartido y aprendido estos meses, pero sobre todo las risas de los niños y niñas, verlos correr, disfrutar, observar y amar la tierra en la que viven, es una suerte tener un espacio así en Sevilla, con tanto amor a la infancia.
Durante los primeros meses la maestra Diana incluía en su ronda un verso que sigo utilizando cada día:
Yo hago un puente,
Me transformo en una torre que nadie podrá derrumbar,
Levanto mis brazos al cielo
Y llevo un rayo de luz a mi corazón.
Eva.
Natalia Cruz
Hace unos años tuve el deseo de estudiar la pedagogía Waldorf, un movimiento educativo que está creciendo en varias escuelas de Puerto Rico, la tierra donde nací. A través de una gran búsqueda de estudios para mi futuro, me dirigí hacia Sevilla, España. Descubrí una formación del Centro de Estudios Waldorf Blanca Paloma Sevilla, donde empecé a cursar a finales del verano 2018. Esta gigante oportunidad de estudiar lo que anhelaba se acompañó de un regalo inesperado: estar en un jardín de infancia Waldorf. Al recibir una bendición, una oportunidad maravillosa y positiva, me abrí a esta nueva etapa en mi vida sin verdaderamente saber cómo sería.
Al iniciar el año escolar descubrí que en esta escuela existe una gran comunidad que se constituye por múltiples culturas. Familias de distintas partes del mundo, desde países como Colombia, Argentina, Estados Unidos, Turquía, Alemania, Italia, Francia, entre otras. Empecé a compartir con niños que hablan numerosos idiomas y que me han enseñado la magia de la conexión humana a través del idioma. Además, esta comunidad posee una familia española muy especial que me acogió para mis primeros momentos en Sevilla. Fue un acogimiento que creó lazos llenos de amor y que con el tiempo se convirtieron en parte de una familia nueva para mí. Compartimos muchas experiencias que quedan como tesoros en mi corazón.
Por otro lado, estar presente en una jardín de infancia Waldorf, junto a diversos niños, con maestras guías y en un entorno que se valora el desarrollo integral de la infancia, transforma tu visión educativa, social e individual. Con la formación, he adquirido innumerables herramientas de profesionales en la trayectoria de la pedagogía Waldorf, para así aplicarlas en el diario vivir con los niños. Sin embargo, en la escuela Girasol he aprendido sobre una educación que brinda al ser humano coherencia en su vivir. Todo lo que ha de pasar en un aula es presentado como experiencias con propósitos y con capacidad de afrontarlas. En un jardín de infancia, se aprende a cultivar en la huerta, a saber cuán imprescindible es la unión de grupo, tanto en una ronda con canciones o en el preparar la comida para todos. Se vive un ritmo armónico de acuerdo con la naturaleza, en un espacio creado para la educación de cada ser y acompañado de la sencillez, el amor y el respeto para el juego.
Por último, la voluntad de tener una intención de una transformación pedagógica da sus frutos al ver paulatinamente la evolución de los niños y una comunidad entera. Incluso, reconocer que la labor de una maestra requiere también ser estudiante de los niños, permitir que ellos nos enseñen para juntos poder aprender. El camino ha sido un puro aprendizaje de la vida, la integración a lo nuevo y mucha confianza. La plenitud de vivir estas experiencias y la libertad que siente mi corazón tan solo es un reflejo de un momento de mi alma. En fin, todos los momentos compartidos con esta escuela son parte de mí y agradezco desde mi corazón su puro amor.
Natalia.
Toda la comunidad educativa de la escuela, familias y maestr@s, queremos dar las gracias a Lina Löhr, Natalia Cruz y Eva Campo por haber acompañado a nuestros girasoles durante todo el curso escolar con tanto amor y respeto, ayudando a las maestras en el día a día en las tareas más sencillas pero importantes que aportan bienestar a los niños y niñas en la clase y en el jardín. Junto a ellas las voluntarias internacionales Melissa Smith y Judith Soleil que han viajado desde Michigan y Maine, Estados Unidos, para compartir parte de su cultura y su idioma materno con nosotros durante un trimestre, tanto en las aulas de infantil como en las clases de inglés de primaria. También nuestro agradecimiento a las estudiantes en prácticas Lucía de la Vega, Mª Jesús y Ana Belén por su colaboración en los meses que nos han acompañado.
Este programa se ha podido poner en marcha gracias a la colaboración de las familias de la escuela, agradecemos profundamente a las que habéis sido familias acogedoras y a las familias que habéis apoyado y ayudado a hacer sentir a las voluntarias como en su casa a pesar de la distancia y, a veces, las dificultades del idioma.
TENEROS HA SIDO UN REGALO Y EN LA VIVENCIA HEMOS APRENDIDO TODOS.
GRACIAS; DANKE SCHöN, THANK YOU!